NI QUÉ HACER, NI QUÉ DECIR

Si ya no sabes lo que hacer, ni lo que decir, y lo que es peor, con quien hacerlo y a quien decírselo, ¿para qué hacer y decir nada?
A esta conclusión he llegado, después de cansadas discusiones, comentarios inoportunos, noches en blanco y mañanas cansadas de no hacer nada.
Cuando lo justo parece que no es lo apropiado en diversas ocasiones de mi vida, es cuando me planteo no plantearme nada mas, y quedarme como estoy, aunque quedarme como estoy signifique quedarme casi peor de lo que estaba.
Si un galimatías sin sentido pero que dentro de mi cabeza es mucho mas coherente de lo que vosotros pensáis.

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El fin de semana, digamos que bien. No he salido, no he bebido, y no he...vamos que no he hecho nada del otro mundo.
El viernes estuve con los de siempre, con el niño malito, y descansando mas bien poco.
El sábado, vinieron a cenar a mi casa Ana, Pablo y el niño y pasamos una tarde maja.
Y hoy domingo iba a ir a un concierto en la cubierta por pasar el rato ya que las entradas eran gratis, que nos habían conseguido unas cuantas, pero entre el frío que hace ahí fuera, y que mi madre se ha vuelto loca sacando ropa de los armarios (y aseguro que en mi casa hay por lo menos diez armarios) pues que me he quedado aquí en casa liada con mil cosas.
La Nena al final no se fue a Cádiz, pero me enteré tarde. Me propusieron irme, pero si me iba mi madre hubiese montado una que ni la revolución francesa. Total que aquí con lo que ya os he contado. Este fin de semana he ahorrado. Miremoslo por el lado positivo. Jejeje.
Y nada, mañana ya queda afrontar la semana que entra. Espero que sea una semana cómoda, que no estoy para tonterías.