24 noviembre 2013

PEQUEÑOS ÁNGELES

Soy una persona a la que no se podría considerar cariñosa. De hecho mas bien sería todo lo contrario.  Sin embargo, hay unas personitas en mi vida que despiertan lo más tierno que puedo llevar dentro, el mayor de los instintos, un amor difícil de explicar.

No soy madre, aún no llegó el momento, si las ganas, tampoco voy a decir que no, pero soy tía.  Bien por sangre, o bien por los derechos otorgados por los padres de las criaturas, pero lo soy.  Está claro que no debe ser comparable con que sean de uno mismo, pero si es la sensación mas fantástica que tengo en mi vida.

Andrés, rey de mi reino, luz de mis días, sonrisa eterna. Podría escribir un libro con las veces que me ha hecho feliz, reír, tirarme al suelo para jugar o hacer el payaso, y no sería suficiente para expresar lo que siento.

Eduardo, mi orgullo, con el que tuve el placer y la emoción de descubrir el amor de una tía a su sobrino. Mi hombrecito.

Mónica, terremoto de ojos claros, la primera niña que sin dudarlo me robó un poquito el corazón y me devolvió un día del calendario. Mi reina como dice su primo Daniel.

Cayetana y Ariadna, la princesa del bosque y la princesa de Mickey Mouse. Tana y Ari, la alegría de sus casas y de los que tienen el placer de contemplar sus sonrisas y disfrutar sus abrazos. Inmensas.

Alexandra, creo que el mejor título que te puede dar un niño es que te diga que eres su segunda madre. Un regalo en mi vida. La sensatez hecha niña.

Miguel, me encanta ser la Nena para alguien tan pequeño, tan parecido a su madre y tan guapo y ocurrente que lo único que puedo hacer es quererle y echarle de menos.

Ainara, mi ahijada, mi pequeña Nena. Sin conocerla aún ya no podría olvidar su carita. Tan especial para mí que supo cuando nacer, no podía ser menos que su hermano... little warrior.

Todos y cada uno de ellos tienen un trocito de mi con ellos.  Todos me aportan una felicidad difícil de explicar. Seguir sus pasos, sentirme parte de sus emociones, alegrías, derrotas... ser parte de su vida y ellos de la mía.

Si algún día tengo hijos, ojalá sean como cualquiera de mis sobrinos y ojalá sea tan buena madre como las madres y/o padres de los ocho.

Ocho dedos que me cortaran, y lo sentiría menos que lo que les siento a ellos.

Os quiero pequeños ángeles. 

11 noviembre 2013

LA FELICIDAD HECHA NÚMERO

George W. Bush acababa de ganar las elecciones de Los Estados Unidos de América, no hacía más que dar discursos y clamar una y otra vez que Irak era el enemigo. Yaser Arafat moría en París, según unos un derrame cerebral, según otros a causa del VIH, y la Palestina  que aspiraba a ser tan libre como lo quisiera Israel lloraba su muerte. Se rendían homenajes a Lucrecia Pérez, si no recuerdo mal, dominicana asesinada en Madrid por puro racismo. Creo recordar también algún especial sobre las niñas asesinadas de Alcasser. También moría Ol Dirty Bastard, por sobredosis de algún estupefaciente, hacía meses que intentaba entender las letras de Wu-Tang Clan y ese tío me parecía un personaje...
Llovía desde el martes en Madrid, y no hacía más que estar pendiente del tiempo, no quería que lloviera, odio la lluvia, me pone nerviosa, el pelo se me eriza... No quería que lloviera, donde yo vivía apenas llueve, y eso me mantenía muy tranquila. Maldita Ombrofobia.
Tocaba Rammstein en Madrid, el miércoles para ser más exactos. Y el fin de semana había luna nueva, y me gustaba.
En verdad, todo eso me daba igual, sólo recuerdo todo esto porque estuve delante de un ordenador conectado a Internet toda la semana. Esperando la confirmación, el lugar, la hora. Dando vueltas una y otra vez a las páginas, noticias, curiosidades, para matar el tiempo.
9℃ hacía en mi casa. Iba al Norte... Debía abrigarme. No tenía mucho de frío, vivía en una ciudad que lo peor del invierno era la humedad, no el frío. Aún así, tenía calor, eran los nervios. Me vestí sin apenas elegir que ponerme, en aquel entonces era fácil, había un 90% de probabilidades de ir combinada, el 90% de mi ropa y complementos era en tonos rosas y fucsias. Incluso el abrigo, un roxy precioso blanco y rosa que solo usaba en la nieve o en ocasiones especiales, y esa lo era. No tenía ganas de peinarme, total, iba a chispear seguro, y yo como más cómoda estaba, y estoy, es con el pelo recogido si lo tengo más allá del cuello, por lo que dos coletas en gomas rosas me salvaron.
Autobús... Tren... Una hora y tres cuartos después allí estaba, recién bajada del tren, con más miedo que vergüenza, y de lo segundo llevaba demasiado, lo aseguro. Me quedé quieta en el andén, no quería salir. Como una estúpida me quedé paralizada sin saber que hacer.
Por suerte, salí. Va a hacer 9 años que salí de aquella estación, que supe que iba a ser el día más importante de mi vida en el plano sentimental. Aquel día, supe que sería el primero del resto de los días.
Quizá no lo supe aprovechar, ni lo haya podido celebrar como debiera, todos los años he vuelto a aquel lugar sin encontrar lo que buscaba, pero este año es distinto. Este año aún tengo más ilusión que nunca.
Estará en la estación, esperando mi llegada. Este año mi costado duele menos. Este año el brillo de mis ojos será tan intenso como el color de los suyos.
Este año, deja de ser un sueño para ser de nuevo una realidad.
Fui felíz aquel sábado, pasado mañana lo seré como aquel día, como lo soy hoy, como se que lo seré muchos días más, tal vez, una eternidad.

1311

La felicidad hecha número.