18 febrero 2013

SE QUE ME LA VOY A CARGAR...

Hay promesas que no he cumplido, lo sé. Algunas porque las hice por compromiso, o por lo típico del amor y la adolescencia, que tienes a la persona delante y tus hormonas y tu atontamiento te puede y sueltas eso de "nunca nos separaremos, te lo prometo". Otras porque el verbo prometer es usado para convencer en tontunas diarias, y luego, pues... ni la otra persona te lo exige ni tu estas por la labor... y ahí se fue la promesa.

Pero las peores (o mejores) promesas son las que uno se hace a sí mismo en el silencio de su cuarto, en la quietud de la noche cerrada en un coche azul frente a un portal, en los pensamientos mas profundos cuando ves que se rompe la vida por no haber hecho lo correcto en su momento, en el momento que se baja de un tren y se ve a lo lejos el brillo que desearías tener durante toda la eternidad.
Porque esas no las dices en alto, no se las haces a nadie, sólo te las haces a ti mismo, prometiéndote, jurándote, perjurándote que lo llevarás a cabo. Y tu subconsciente que es de férrea moral te lo hace cumplir aunque no sea el momento, no se den las circunstancias, o caiga un puñetero asteroide en el planeta y desaparezca la humanidad.

Es un error, lo sé. Pero yo me prometí amarle siempre...

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