27 marzo 2013

EN LO ALTO

Y ahora qué...

He ido dos veces a París, las dos veces he subido a la Torre Eiffel.
La primera vez subí hasta lo más alto, y di la vuelta disimuladamente sin acercarme mucho a la valla, lo justo para hacerme la foto y guardar el momento en el recuerdo.
La segunda vez, sólo llegue a le seconde etage, lo disfruté, pensaba si me atrevería a subir hasta lo más alto de nuevo, y le puse ganas, más los antecedentes decían de mi que subiría y volvería a rodear la terraza sin pena ni gloria y no tuve oportunidad de saber si sería capaz de disfrutar el paisaje.

Pongamos que ahora hay una tercera vez. No voy a negarlo, me da pánico subir a lo más alto, un miedo increíble ya que la altura es más que considerable. Pero sería la tercera, la que es la vencida. He luchado por llegar de nuevo hasta aquí. La ciudad me tiene enamorada a ras de suelo, he paseado por sus calles, sus rincones, disfrutado sus olores y saboreado la calidez de sus platos. Me gusta, me seduce. Me encanta.
Se que arriba del todo podría disfrutarla entera, por siempre la imagen completa de la ciudad del amor y las luces. Cerrar los ojos y sentir que lo tengo todo. Se que eso me espera allí. Y a pesar de saber lo que tendré, el miedo es fuerte, mucho mas fuerte que yo.
Hay ánimos a mi alrededor, para que suba, están todos los que me hacen falta, pero me falta la mano que me conduzca hacia la valla, yo sola no puedo.

Ahora mismo estoy debajo de la torre, mirando hacia arriba, se ve imponente, señorial, segura, con el paso de los años cada vez más asentada, pero no ha menguado, tiene los mismos metros que la primera vez. Subo... No subo... Ya he comprado la entrada...

Quizá debiera haber cogido otra ciudad, da igual, salí corriendo de la torre de la Victoria de Berlín, del monumento a
Vitorio Emmanuel de Roma, de la catedral de Bruselas... No quiero huir esta vez, quiero asomarme, disfrutar del paisaje, acostumbrarme a la altura y algún día ir por lo más alto de la muralla china paseando sin miedo a caerme, sin miedo a la altura, sin miedo al golpe.

Sin miedo a quererte.

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