11 noviembre 2013

LA FELICIDAD HECHA NÚMERO

George W. Bush acababa de ganar las elecciones de Los Estados Unidos de América, no hacía más que dar discursos y clamar una y otra vez que Irak era el enemigo. Yaser Arafat moría en París, según unos un derrame cerebral, según otros a causa del VIH, y la Palestina  que aspiraba a ser tan libre como lo quisiera Israel lloraba su muerte. Se rendían homenajes a Lucrecia Pérez, si no recuerdo mal, dominicana asesinada en Madrid por puro racismo. Creo recordar también algún especial sobre las niñas asesinadas de Alcasser. También moría Ol Dirty Bastard, por sobredosis de algún estupefaciente, hacía meses que intentaba entender las letras de Wu-Tang Clan y ese tío me parecía un personaje...
Llovía desde el martes en Madrid, y no hacía más que estar pendiente del tiempo, no quería que lloviera, odio la lluvia, me pone nerviosa, el pelo se me eriza... No quería que lloviera, donde yo vivía apenas llueve, y eso me mantenía muy tranquila. Maldita Ombrofobia.
Tocaba Rammstein en Madrid, el miércoles para ser más exactos. Y el fin de semana había luna nueva, y me gustaba.
En verdad, todo eso me daba igual, sólo recuerdo todo esto porque estuve delante de un ordenador conectado a Internet toda la semana. Esperando la confirmación, el lugar, la hora. Dando vueltas una y otra vez a las páginas, noticias, curiosidades, para matar el tiempo.
9℃ hacía en mi casa. Iba al Norte... Debía abrigarme. No tenía mucho de frío, vivía en una ciudad que lo peor del invierno era la humedad, no el frío. Aún así, tenía calor, eran los nervios. Me vestí sin apenas elegir que ponerme, en aquel entonces era fácil, había un 90% de probabilidades de ir combinada, el 90% de mi ropa y complementos era en tonos rosas y fucsias. Incluso el abrigo, un roxy precioso blanco y rosa que solo usaba en la nieve o en ocasiones especiales, y esa lo era. No tenía ganas de peinarme, total, iba a chispear seguro, y yo como más cómoda estaba, y estoy, es con el pelo recogido si lo tengo más allá del cuello, por lo que dos coletas en gomas rosas me salvaron.
Autobús... Tren... Una hora y tres cuartos después allí estaba, recién bajada del tren, con más miedo que vergüenza, y de lo segundo llevaba demasiado, lo aseguro. Me quedé quieta en el andén, no quería salir. Como una estúpida me quedé paralizada sin saber que hacer.
Por suerte, salí. Va a hacer 9 años que salí de aquella estación, que supe que iba a ser el día más importante de mi vida en el plano sentimental. Aquel día, supe que sería el primero del resto de los días.
Quizá no lo supe aprovechar, ni lo haya podido celebrar como debiera, todos los años he vuelto a aquel lugar sin encontrar lo que buscaba, pero este año es distinto. Este año aún tengo más ilusión que nunca.
Estará en la estación, esperando mi llegada. Este año mi costado duele menos. Este año el brillo de mis ojos será tan intenso como el color de los suyos.
Este año, deja de ser un sueño para ser de nuevo una realidad.
Fui felíz aquel sábado, pasado mañana lo seré como aquel día, como lo soy hoy, como se que lo seré muchos días más, tal vez, una eternidad.

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La felicidad hecha número.

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