27 abril 2013

TRAGANDO

Me he dejado el orgullo en casa. Sólo traigo el perdón en el bolsillo y una sonrisa en la cara.

Mi cabeza reposa en tu pecho. Mi pelo acaricia tu costado. Como música tus latidos. Tus zapatillas en el suelo junto a la ropa que dejamos caer.
Tus brazos hacen las veces de cinturón, el que me sujeta de no caer en el abismo del miedo. Sobre tu piel mi olor, en mi cuerpo tu mirada, perenne. De tus labios son mis caderas, de tu lengua la mas pura de mis esencias. Entrelazas tu mano con la mía.

No pasan las horas en tu colchón, que pare el mundo si quiere.

Dime que todo va a salir bien, que entre tu serenidad y mi locura podremos anudar las amarras que un día soltamos.

Y otra vez trago las palabras, no sea que vuelva a hablar de dos antes de tiempo, y salga corriendo. No tengo planeada la fuga esta vez, no quiero hacer las maletas al país de lo que pudo ser.
Ahogo mi voz en el mar de dudas que me empapa, en ese que una vez supe como nadar pero al no ver la orilla cogí el primer barco que pasó. Si es necesario quiero nadar, y que tus brazos pasen a ser salvavidas. Te prometo que intentaré ser la brújula que nos lleve a tierra firme.
Mantén la ilusión que hace que no me canse, mantendré la sonrisa que me ha traído hasta aquí.

Y ahora entre tu boca y mi talle, que no estorbe el edredón...

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