
Pero las peores (o mejores) promesas son las que uno se hace a sí mismo en el silencio de su cuarto, en la quietud de la noche cerrada en un coche azul frente a un portal, en los pensamientos mas profundos cuando ves que se rompe la vida por no haber hecho lo correcto en su momento, en el momento que se baja de un tren y se ve a lo lejos el brillo que desearías tener durante toda la eternidad.
Porque esas no las dices en alto, no se las haces a nadie, sólo te las haces a ti mismo, prometiéndote, jurándote, perjurándote que lo llevarás a cabo. Y tu subconsciente que es de férrea moral te lo hace cumplir aunque no sea el momento, no se den las circunstancias, o caiga un puñetero asteroide en el planeta y desaparezca la humanidad.
Es un error, lo sé. Pero yo me prometí amarle siempre...
No hay comentarios:
Publicar un comentario